Era una tarde como otra cualquiera…

Todo seguía su rumbo con ese toque de improvisación que tan bien conozco, dejas el móvil al lado, en silencio, al fin y al cabo te has puesto a escribir o editar y eso implica “No disponible”, porque decir “no me toquéis los h* ahora” queda demasiado bestia. Cuidas tus dispositivos con cariño, nada de humanizarlo, tampoco es cuestión de zumbarse a la máquina, pero si con cuidado. Y de repente ¿que extraño? La batería dura menos. Como todo buen amante de la tecnología revisas que puede pasar, analizas el uso de la batería, revisas que todo esté correcto, no eres muy amante de instalar cosas cada dos por tres cometiendo un error típico de persona menos dada al mundo de la tecnología (y el inicio de meteduras de pata), pero al no encontrar nada, uno se “preocupa”, comienza a pensar que puede estar pasando, y te vas a dormir atento a la batería, te levantas y “veamos como está la batería”, pasas el día buscando causa-origen, comienzas a buscar información acerca de lo sucedido, incluso calibras la batería, algo que acabas de aprender a hacer gracias a un análisis de información y media de respuesta (que no es otra cosa que aplicar la norma de “si 6 de los 10 sitios que has consultado dicen lo mismo esa debe ser la respuesta, algo que no siempre sucede pero eh, la aplicas), pasas el día revisando y preguntándote que puede estar pasando, al final te detienes, levantas la mirada y te preguntas ¿que c* estás haciendo?

Puede parecer un problema personal pero es algo que sucede de manera habitual, pero no me refiero a este problema en concreto sino al general ¿que clase de importancia le estamos dando a la tecnología? Si nos paramos a pensar el ser humano es capaz de buscar problemas allá donde no los hay, hemos permitido que la tecnología nos convierta en sus esclavos, notamos algo raro en alguno de nuestros dispositivos y ¡que no cunda el pánico...que ya a cundido!. Contamos con infinidad de dispositivos allá donde vamos, desde una tablet hasta un pc pasando por un teléfono móvil o un smartwatch, pero como notemos un comportamiento desconocido nos saltan las alarmas. Los que algo sabemos sobre tecnología es que este tipo de acciones puede deberse a una actualización, pero la gente menos dada al mundo de la tecnología estoy casi convencido que entraría en pánico. Y cuando esto sucede detenemos nuestra vida, priorizamos el uso de esta a casi cualquier otro aspecto de nuestra vida ¿amigos? Que se esperen que pueden esperar, déjame decirte que no, no pueden.

Hemos permitido que la tecnología nos controle totalmente, y no estoy diciendo con esto que debamos dejar de usarla, sería absurdo negar los beneficios que esta nos aporta, pero ¿sabemos vivir? Podría ser una pregunta filosófica sin respuesta concreta: todos tienen una respuesta distinta pero todas y cada una de ellas son validas. Y es algo mucho más simple de apreciar:

- Se cae internet y no sabemos usar un pc.

- Nos quedamos sin megas y no sabemos que hacer con nuestro teléfono móvil.

- Se cae el sistema bancario y no podemos pagar con tarjeta.

- Se va la luz y nos sentamos a esperar que esta vuelva.

- Se cae Spotify y nos quedamos sin escuchar música.

Esto nos debería hacer reflexionar ¿vivimos por nosotros mismos o hemos permitido que sea una máquina quien viva por nosotros? Hemos priorizado el pasar más tiempo con máquinas que en lugar de vivir ¿alguien imagina un concierto sin teléfonos móviles? Hace poco (aunque mi tiempo sea algo relativo) veía en Tv, en uno de esos docurealitys de dudosa veracidad pero que entretienen, como una chica hablaba con un policía y le comentaba que no podía enseñarle su DNI porque este iba en su teléfono móvil y la persona que se lo había robado lo había roto, esto debería hacernos reflexionar la cantidad de vida personal que tienen nuestros teléfonos móviles ¿nos quedamos sin teléfono móvil y nos quedamos sin vida? Deberíamos reflexionar sobre quien maneja nuestra vida o quien es su dueño.

Sería absurdo y mostraría una gran ignorancia e hipocresía al decir que no se deberían usar dispositivos tecnológicos pero si que deberíamos vivir más pausando la tecnología, porque todos nos llevamos nuestro teléfono móvil a la cama, el “por si acaso” que luego nunca es y lo primero que hacemos al levantarnos ¿mirar nuestro móvil? Hasta yo mismo lo hago pero la clave está en saber cuando apartarse, cuando dejar descansar la tecnología para recuperar el control de nuestra vida.

Finalmente en mi caso, y retomando de esta forma el origen inicial de esta entrada, la culpa la tenían esas micro-actualizaciones por parte de algunas Apps de Google y por la última “genialidad” de WhatsApp (no, no voy a usarla, gracias). Pero no todas las personas se defienden por ámbitos tecnológicos y si les pasa eso entrarán en pánico, creo que aquellos que sabemos algo más debemos dar un paso al frente y ayudar, ayudar a controlar a una máquina y que no sea esta quien controle nuestra vida. A nadie se le escapa de las bondades que nos aporta la tecnología pero quizás nos hemos olvidado de vivir, de decir “está bien, vamos a llevarnos bien hasta ahí”, quizás deberíamos reflexionar quien es realmente el dueño de nuestra vidas, tomarnos unas horas alejados de ellas para encontrar a aquello de lo que la tecnología nos alejo una vez...nosotros mismos.