El concierto más loco de Mozart
(texto publicado originalmente en un hilo en Mastodon el 20/1/2025)
El 23 de marzo de 1783, Wolfgang Amadeus #Mozart, un músico joven pero bastante afamado que había llegado a Viena unos meses antes, se disponía a estrenar su sinfonía número 35 "Haffner" en el Burgtheater.
El concierto se convertiría en una maratón de más de tres horas (como mínimo) con un repertorio increíble que pasó a la historia.
Pero antes hay que hacer un poco de retrospectiva para entender lo que rodeó a aquel concierto.
Antecedentes
Se suele decir que Mozart fue el primer musico independiente, lo cual, con matices, es bastante cierto.
Hasta entonces, los músicos eran sirvientes de nobles y poderosos. Cuando digo sirvientes es en el estricto sentido de la palabra, equivalente a un criado o asistente de palacio. No tenían libertad para componer lo que quisieran, ni tampoco para viajar, tocar ni aceptar encargos sin permiso del amo.
En 1781, Mozart (igual que su padre) estaba al servicio del arzobispo Colloredo en Salzburgo. Con la forma de ser de Wolfgang y las trabas que ponía el arzobispo, los encontronazos eran constantes. Estos fueron una de las causas de las malas relaciones que tuvo el resto de su vida con su padre, que pretendía conservar su propio empleo y reputación a toda costa.
La gota que colmó le vaso fue cuando el arzobispo le encargó que hiciera un viaje para entregar una carta, a lo que Mozart se negó diciendo que no era un criado. La cosa se puso muy difícil, dado que se arriesgaba dar con sus huesos en la cárcel (como le había ocurrido a Bach décadas antes) por desafiar al hombre más poderoso de la ciudad.
Amadeus le envió una carta de dimisión a su señor, pero fue rechazada. Se presentó entonces en palacio para pedir explicaciones, y de allí lo echaron... ¡literalmente a patadas!
Su resolución, después de agrias discusiones con su padre, fue a las bravas: largarse a Viena sin permiso y dar por terminado su empleo. Tenía 25 años.
Este movimiento rompedor fue el comienzo de su carrera como "freelance", uno de los primeros de la historia de la música. Esto disparó sus ingresos respecto a lo que le pagaba su antiguo amo (llegó a ganar importantes cantidades, que dilapidó). Además ganó la libertad para componer lo que deseara.
Aun así, no se libraba por completo de las servidumbres. Estando ya en Viena, su padre le escribió desde Salzburgo para encargarle una obra como regalo por la concesión de un título nobiliario a un amigo de la familia (un tal Sigmund Haffner).
Podemos suponer que no le hizo ninguna gracia el encargo, pero lo hizo de todos modos, a pesar de que estaba hasta arriba de trabajo preparando la ópera El Rapto del Serrallo, además de que estaba en la preparación de su boda (que su padre rechazaba).
Unos meses después, necesitando material para un concierto que iba a dar en el Burgtheater con obras íntegramente suyas, se le ocurrió extender esa obra y convertirla en una sinfonía. Le pidió a su padre que le devolviera la partitura, lo cual hizo a regañadientes.
Se dice que el músico se sorprendió al verla, porque la había hecho bajo tanta presión que no recordaba ni una sola nota. Aún así, la adaptó en cuatro movimientos, introdujo más instrumentos y se convirtió en su 35ª sinfonía. Ya estaba lista para ser presentada en el Burgtheater el 23 de marzo de 1783.
Pero el desarrollo del concierto fue mucho más allá de esta sinfonía.
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El concierto
La espectación era tal, que el mismísimo Emperador asistió al evento, algo muy poco común en él.
El concierto comenzó con normalidad, interpretando los tres primeros movimientos de la sinfonía.
Aquí puedes escuchar el tercer movimiento a cargo de la Chicago Symphony Orchestra dirigida por Georg Solti.
Pero, por razones que no están claras, Mozart decidió incorporar antes del cuarto movimiento todo un programa completo de obras propias, además de improvisaciones al piano.
Hay que tener en cuenta que por entonces los programas de los conciertos no eran tan rígidos, ni el público tan estirado y riguroso como después ha sido. Si a eso añadimos la presencia del Emperador, aquello tuvo que ser más parecido a una fiesta que a un serio evento como los actuales.
Siguió al tercer movimiento el aria "Se il padre perdei" de su ópera Idomeneo. Aquí la escuchamos en la voz de Ileana Cotrubas.
Si he perdido a mi padre,
la patria, el reposo,
tú, como un padre eres.
Amorosa tierra
es Creta para mi.
Ya no recuerdo
la angustia, los afanes.
Ahora, alegría y contento
compensación por mis penas
el cielo me ha dado.
Siguió el concierto para piano número 13. Lo escuchamos interpretado y dirigido por la gran Mitsuko Uchida con la Camerata Salzburg.
Pero esto no hacía más que empezar. Siguió el aria "Misera, dove son", que hoy escuchamos en la voz de la sudafricana Nozuko Teto.
Continuó el concierto con algunos movimientos de la serenata K 320. La escuchamos por L'Orchestra I Pomeriggi Musicali dirigida por Pietro Mianiti.
A estas alturas, el público vienés estaba ya entregado ante aquel despiporre de música excepcional. Algo absolutamente histórico.
A continuación, tocaron el concierto para piano número 5, que aquí revivimos con Sviatoslav Richter y la Japan Shinsei Symphony Orchestra dirigida por Rudolf Barshai.
Turno para más ópera. La espectacular aria "Parto, m'affretto" de la obra Lucio Silla.
Amanda Forsythe con la Apollo's Fire Baroque Orchestra, dirigida por Jeannette Sorrell.
En este momento, el compositor improvisa al piano una fuga y se la dedica al Emperador, seguida de dos series de variaciones.
No sabemos como fueron estas improvisaciones, porque no ha quedado partitura. Permite que imagine que fuese algo como esta versión libre de la Marcha Turca por la genial Yuja Wang:
Ahora, su cuñada Eloisa Weber sube al escenario para cantar el rondó "Ah non sai qual pena", que aquí escuchamos por Elfriede Hobarth.
Parece mentira, pero por fin llegó el cuarto movimiento de la sinfonía, que Mozart pidió a la orquesta que tocase a la máxima velocidad posible.
Sea cual fuera esa velocidad, aquí hacen lo que pueden Tarmo Peltokski y la Deutsche Kammerphilharmonie de Bremen.
Repercusión
En una carta, el mismo Mozart nos cuenta lo que fue aquel concierto:
«El teatro no podía haber estado más repleto [...] todos los palcos estaban llenos. Pero lo que más me complació de todo fue que Su Majestad el Emperador estuvo presente y, ¡cielos! - ¡Qué encantado estaba y cómo me aplaudió! Es su costumbre enviar dinero a la caja antes de asistir al teatro, de otro modo tendría yo justificación de contar con una mayor suma, pero realmente su complacencia estuvo más allá de lo que esperaba. Envió 25 ducados.»
Un periódico de la ciudad escribió:
«Esta noche, el famoso caballero Mozart llevó a cabo un concierto en el Teatro Nacional, donde se interpretaron piezas de su autoría, altamente admiradas. El concierto contó con una gran presencia de gente, y los dos nuevos conciertos y otras fantasías que el Sr. Mozart tocó al pianoforte, fueron respondidas con el mayor aplauso. Nuestro monarca, quien contra su costumbre, atendió todo el concierto, al igual que la audiencia entera, otorgó un aplauso tan unánime como nunca ha sido escuchado aquí. Los ingresos del concierto se estiman en 1600 gulden totales.»
Hoy, siglos después, la fascinación con este genial e irrepetible artista sigue más viva que nunca, y los aplausos de aquella noche en Viena siguen resonando en todos los escenarios del mundo.
Enlaces
Aquí te dejo una playlist con todas las obras, por si te ha sabido a poco. 😊
La fuente principal es este programa de RNE:
Datos adicionales de Wikipedia.
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