Carta al padre - Franz Kafka

No debe ser tarea sencilla sincerarte cual *Swiftie* que no alcanzó boletos para el concierto y desnudarte emocionalmente frente a tu padre (y como decimos en mi barrio “cantarle sus netas”). Particularmente siendo un escritor renombrado y sabiendo en lo profundo que tan íntimo texto vería la luz en algún momento.

Pues a través de un poco más de cien hojas muy poco kafkianas, Franz diserta con largo aliento sobre su tórpida relación padre – hijo, y cómo esta disfunción familiar lo afectó de manera negativa. Es obligado hipotetizar si esta frustración no fue la que lo impelió a desarrollar ese modo tan singular de expresar la realidad.

Tras leer una serie de argumentos que no imaginaba tuvieran espacio hace un siglo, nuevamente elucubro que, si al genial Karfka se le hubieran cumplido sus deseos y caprichos, tal vez hubiera innovado en la literatura, pero de la auto-superación personal, quien sabe.

Ante mi experiencia de una paternidad recibida compleja, y por azares de la probabilidad una paternidad ejercida negada, es interesante ver los alcances que de manera consciente o implícita puedes imprimir en la mente y personalidad de un hijo, hija o hije.

No puedo más que festejar que Franz Kafka paseara de niño por los parajes de Praga, porque si su importancia en la literatura mundial hubiera salido de la Colonia Agrícola Oriental en la Ciudad de México, es probable que nunca se hubiera generalizado la contundente mentada de madre, y que entonces el motivo de nuestras cotidianas frustraciones se expresara con un sonoro ¡chinga tú padre!, una extraña ucronía.

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