Arrójate

No es tu mirada envenenada

ni tus labios esperando mi lengüa húmeda

tampoco ese incendio que llamas sensualidad.

Fue tu inexplicable abandono

el despojo de prendas, creencias, principios;

y quedarte así, arropada de pura ilusión

lanzarte al vacio.

Sin saber cuándo o cómo

el vértigo de la caída sin fondo

terminaría, y quedarías arrojada,

en la plancha fría de la realidad.

Tu peligrosa ausencia de miedo

te atavía de algo más hermoso

que tu alma y tu carne.

Poesía Autónoma